Análisis Internacional — Por Adolfo Castells Mendívil
Una vez más, la Presidenta Dra. Cristina Fernández de Kirchner, en medio de una costosa e inútil parafernalia de toldos, barreras y equipos, hace uso de su costumbre de hablar desde el Olimpo, de ignorar los derechos de los argentinos y de anunciar arbitrariedades.
La estatización inconsulta de las AFJP, Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, (algo similar a lo que en el Uruguay son las AFAP, Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional), mediante un proyecto de ley que se remite al Congreso, es un ataque a la propiedad privada ya que los aportes a esos fondos no pertenecen a las AFJP ni al Estado, sino que son patrimonio de los aportantes.
Esto está bien claro en la legislación vigente, que expresa: “El fondo de jubilaciones y pensiones es un patrimonio independiente y distinto del de la administradora y que pertenece a los afiliados a las AFJP”. Por lo tanto está protegido por la Constitución argentina: “La propiedad es inviolable y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley”.
De manera que esa apropiación indebida, porque de eso se trata, es inconstitucional ya que implica una expropiación que debe fundarse en un caso de necesidad o utilidad pública y merece la correspondiente indemnización.
El proyecto del gobierno es mucho peor que el “corralito”, porque mediante ese sistema el Estado se comprometía con el ahorrista a la devolución de su depósito, en cambio en este caso si bien se garantiza una cobertura idéntica a la de la pasividad pública, la expectativa del socio AFJP era de obtener un beneficio mayor.
Esta expoliación el gobierno pretende justificarla por las pérdidas que han experimentado las Administradoras, cuando ellas obedecen en buena parte a que el propio Estado obligó a las AFJP a invertir en bonos estatales que actualmente valen la mitad (Eran ajustados por el Indec y las estadísticas de la inflación están falseadas).
El verdadero motivo de esta iniciativa kirchneriana, no es la preocupación de proteger las jubilaciones de los argentinos —el sistema de las AFJP no estaba en peligro, pese a las pérdidas antes mencionadas— sino obtener recursos cuantiosos para seguir con el gasto público desenfrenado, el clientelismo y el proselitismo, en épocas de una crisis que ya está empezando a golpear a la economía del vecino país.
Y en ese sentido el gobierno compara su proyecto con lo realizado por los países desarrollados, al nacionalizar parcialmente algunas entidades bancarias. Ese argumento es totalmente falaz. Mientras que en el primer mundo el Estado invierte miles de millones de dólares para asegurar la liquidez, para afirmar el sistema financiero: España dispuso de 100.000 millones de euros, el Reino Unido 367.000, Francia 360.000, Italia 40.000, Alemania 480.000, además de los 700.000 millones dólares de EE.UU;; en la Argentina la realidad es exactamente a la inversa: el Estado le expolia fondos a los privados, para alimentar sus propias arcas. Recursos de las AFJP que, recordemos, ascienden a 30.000 millones de dólares con una recaudación anual de 4.500 millones.
Esta crisis mundial ha demostrado que la “mano invisible” del mercado no puede correr sola y que ningún liberal en serio jamás ha pensado que el Estado tenga que renunciar a los controles políticos de la economía. Por lo tanto, lo que critico de la decisión argentina no es la intervención, sino la mala intervención expropiatoria, que no es para salvar un sistema, sino para financiar la falta de fondos que se evidenciará —entre otras cosas— por la baja de las retenciones agropecuarias, debido al descenso vertiginoso de los precios internacionales. Y no quiero pensar que todo eso es porque la Argentina va a entrar en un año electoral.
Además, y por si fuera poco, ya se han visto las primeras repercusiones en los mercados financieros y bursátiles que vivieron el miércoles su peor día desde la crisis de 2001: el riesgo país casi llega a los 2.000 puntos;; los precios de las acciones y los bonos de la deuda volvieron a desplomarse (entre 10 y 20%), pese a que el gobierno dispuso la compra de títulos públicos y privados. Eso significó que el índice Merval de la bolsa de Buenos Aires que había descendido un 18%, terminara la jornada con una pérdida del 10%.
Frente a ese poco promisor panorama, la esperanza para aquellos que aportaron con el propósito de obtener una jubilación más digna que las estatales, es que en el Congreso prime una ola de emulación a la actitud anterior de Julio Cobos y que el gobierno de la Dra. Cristina Kirchner, cada vez más parecido al de Hugo Chávez, sea derrotado en la instancia legislativa.
Es lo menos que merecen los ahorristas de las AFJP y los argentinos en general.
sábado, 25 de octubre de 2008
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